ZORRAS, la serie de TV (2)
Se puede decir mucho de Zorras, la última apuesta de Atresmedia, pero poco se puede decir sobre ella que sea bueno, al igual que sucede con la serie de novelas en la que se basa, la agresión literaria que es la Trilogía de las mujeres libres de Noemí Casquet. Tanto los libros como la serie ofrecen una historia simplista y mil veces contada, la del despertar sexual de la mujer y su liberación del yugo de la estigmatización social, y lo hacen de forma bastante anodina, con la única y dudosa virtud de atreverse a tocar un tema, la sexualidad, que no todos se atreven a tocar. El producto resultante, la serie Zorras, tiene todo lo malo de un producto pornográfico, pero ninguna de sus virtudes. No se me ocurre otra motivación para ver la serie completa más que las llamativas escenas subidas de tono que protagonizan las tres chicas que dan vida a los personajes principales, pero, debido al escaso talento interpretativo que demuestran y al hecho de que tanto ellas como sus personajes y dichas escenas resultan más bien planas y aburridas, sin duda es mucho más productivo buscar ese tipo de escenas en otro lugar.
La serie, como las novelas, no se libran de la fea etiqueta de "porno para amas de casa reprimidas", como alguien lo definió en una entrevista. Y es que, incluso en la única baza a favor con que cuenta la serie, se queda corta. Decíamos que su única virtud es la de tratar ciertos temas estigmatizados, pero es que lo hace de forma tan superficial y tan básica que apenas consigue ofrecer al espectador nada nuevo sobre ello, pues se limita a recrearse en aquellos caminos previamente abiertos por otras obras de mayor calidad y de muy superior repercusión, como Lolita o Historia de O, sin saber aportar nada nuevo ni diferente al género erótico, y sin conseguir tampoco aportar al espectador información nueva sobre ninguno de esos temas tabú, al contrario de lo que sucede con la serie Bonding, mucho más atrevida que Zorras, y en cuyos episodios se abordan de manera más profunda e instructiva temas estigmatizados como es el BDSM. Zorras, en cambio, pasa de puntillas ante todas esas cuestiones, y la serie en general parece que esté más centrada en conseguir audiencia a base de enseñar culos, tetas y escenas subidas de tono que en ofrecer al lector algo mínimamente interesante o novedoso, o incluso algo en lo que pensar. Por todo eso, Zorras no pasa de ser una serie de porno suave con tres protagonistas cuyas habilidades interpretativas están a la altura de las de cualquier producto de pornografía. O, en ocasiones, incluso por debajo. Que ya es.
Si queréis disfrutar de una buena serie de televisión de temática sexual, mi primer consejo es que tiréis Zorras a la basura. Podéis aprovechar la misma bolsa para tirar también la Trilogía de las mujeres libres, ya que os ponéis. Después de eso, podéis recurrir a series que realmente tratan el tema de la sexualidad no tradicional de manera interesante y profunda, tales como Bonding (disponible en Netflix) o el cortometraje Shrimp. También tenéis artículos en esta página web en los que os recomendamos películas y novelas de temática erótica, y de una calidad muchísimo mejor a la que se encuentra en Zorras. Así pues, rebuscad un poco en los antiguos artículos de la página web y sin duda encontraréis alguna recomendación de vuestro agrado, independientemente del formato que os interese. Por mi parte, solo me queda confiar en que el despropósito que es Zorras no se estire, y muera con más dignidad de la que tiene en vida.