Bondage para novatos (3)

21.04.2023

¡Llegamos a la última entrega de nuestro triple artículo especial sobre bondage para novatos! Y, si os preguntabais si finalmente os hablaría de nudos, ¡la respuesta es sí!

Existen muchas y muy diferentes formas de atar cuando se practica el bondage. Si no queremos desanimarnos es conveniente que recordemos que, como principiantes, debemos empezar poco a poco, con nudos y ataduras sencillas y fáciles, nada que ver con las complejidades del fascinante mundo del shibari. Por si os lo preguntáis, la diferencia básica entre shibari y bondage es que este último tiene como finalidad la inmovilización, y por lo general no se preocupa mucho por la estética de las ataduras. El shibari, en cambio, bien podría ser considerado un arte, pues da lugar a preciosas ataduras que, por cierto, no siempre inmovilizan. Y es que si el bondage es inmovilización sin belleza estética, el shibari es belleza y arte, sin que la inmovilización sea necesaria en absoluto. ¡Pero si lo que os interesa es practicar shibari, no desesperéis! Lo importante es empezar, y después, poco a poco, alcanzaréis vuestros objetivos.

¡Hablemos de nudos! Voy a recomendaros tres, que podréis encontrar sin demasiada dificultad con una rápida búsqueda en Internet. Se trata de tres nudos sencillos y fáciles de hacer, pero efectivos. Además, cada uno de ellos cumple una función diferente. ¡De esta forma, y pese a que solo sean tres, si sois capaces de dominarlos dispondréis de recursos para diferentes prácticas propias del bondage!

El primero es el nudo presilla, un nudo muy sencillo de hacer y que puede utilizarse indistintamente para atar una o dos muñecas (o tobillos). Cuenta con la nada desdeñable ventaja de que inmoviliza el miembro atado, pero no incapacita manos ni pies, lo que supone una tranquilidad cuando hablamos de bondage para novatos. Es especialmente recomendado para atar a nuestra pareja a la cama, a una mesa o a una silla, por mencionar tres sitios frecuentes.

Seguimos con el nudo espiral, que destaca tanto por su utilidad como por lo fácil que resulta hacerlo. Al igual que sucedía con el anterior, este nudo puede abarcar una sola muñeca o ambas (o tobillos, ya sabéis). En este caso, sin embargo, no resulta necesario que el nudo vaya unido a una superficie (como una cama o una silla), lo que significa que simplemente podemos utilizarlo para inmovilizar a nuestra pareja, a fin de poder llevar a cabo todos los juegos que tengamos preparados para la sesión de bondage. ¡Si hacéis bien el nudo (y es tan sencillo que resulta difícil hacerlo mal), os aseguramos que no podrá liberarse! Sin embargo, y también al igual que el anterior nudo, no resulta restrictivo para pies y manos, que podrán usarse, pese a que se encuentren atadas por las muñecas o por los tobillos.

En tercer y último lugar tenemos el nudo mariposa, que tan solo nos sirve para atar a nuestra pareja con las manos a la espalda, sin más complicaciones. Esto tiene la ventaja de que permite cierta libertad a la otra persona, ya que no estará atada a ningún lugar (como la cama) y que podrá utilizar libremente las piernas, aunque no las manos. ¡Aunque también podemos usarlo para atarle los tobillos, claro!

Antes de poner el punto y final a la serie de artículos sobre bondage, queremos resaltar que se trata de tres tipos de nudos que, si bien son diferentes y están recomendados para distintos usos, tienen en común que son poco restrictivos y que ninguno de ellos implica una inmovilización absoluta de la persona atada. De hecho, no os recomendamos para nada que durante los primeros juegos bondage realicéis una inmovilización absoluta, pues algo así, además de peligroso, puede resultar muy agobiante para una persona inexperta. ¡Y ya sabéis que estamos aquí para pasarlo bien!